2024: el desafío de crecer sobre el 1%
Rodrigo Aravena González Economista Jefe – Banco de Chile
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Rodrigo Aravena González
Pese a las cifras de septiembre, este año hemos tenido noticias alentadoras en materia de precios, con señales claras de un proceso inflacionario en retirada. Lamentablemente, no podemos decir lo mismo sobre el crecimiento, ya que junto a cifras que siguen decepcionando, los crecientes riesgos externos ponen en jaque la posibilidad de crecer muy por sobre el 1% en 2024.
En ese contexto, resulta muy preocupante el menor dinamismo de China, que hoy representa cerca de 40% de nuestras exportaciones. Se debe mirar con especial atención el deterioro de algunos sectores clave sobre la demanda de materias primas, como la caída de más de 30% en el inicio de nuevos proyectos en el sector inmobiliario, la contracción en los volúmenes de comercio y el sostenido aumento en el desempleo urbano juvenil (que estaría llegando a cerca de 20% de acuerdo al FMI).
“Cuesta encontrar catalizadores de crecimiento económico de cara al futuro. Si bien existe un proceso de recortes de la TPM, ésta aún se encuentra en valores contractivos; y aunque la inflación va en descenso, es poco probable que caiga del 3%”.
Pese al sinnúmero de medidas implementadas por las autoridades, la economía china crecería no más allá de 4% en 2024, es decir, apenas la mitad de lo que solíamos ver antes de la pandemia. A ello se deben adicionar señales inminentes de desaceleración en otros países, como Estados Unidos, como así también el aún incierto (pero sin duda negativo) impacto del deterioro de condiciones geopolíticas.
En la misma dirección, preocupa el impacto de condiciones financieras globales más restrictivas, lo que obedece principalmente al aumento que han experimentado las tasas de interés de forma transversal. En el actual contexto, es más importante que nunca recordar que en la medida que exista menos y más caro acceso a recursos financieros, habrá menos espacio para financiar déficits públicos, como también recursos para proyectos privados y de consumo. De hecho, el FMI dejó entrever que la reducción en las proyecciones de crecimiento se debe, principalmente, a este factor.
Es indudable que enfrentaremos condiciones más adversas. Lamentablemente, ello nos encuentra en un período en que el desempeño local no sólo ha presentado un deterioro absoluto, sino también relativo. Si tomamos como referencia el período iniciado a fines de 2019, la economía ha registrado 8 trimestres con tasas negativas de crecimiento (es decir, más de la mitad de las veces), superando largamente los episodios contractivos en EEUU, Europa y el resto del mundo, en un año en que Chile sería uno de los pocos países en presentar una recesión.
Lo anterior se da en un momento donde diversos indicadores anticipados de empleo, como el índice de vacantes laborales por internet publicado por el Banco Central (que anotó el menor valor desde mediados de 2020), predicen que el empleo generará una tracción aún menor en el futuro cercano.
Con todo, cuesta encontrar catalizadores de crecimiento económico de cara al futuro. Si bien existe un proceso de recortes de la Tasa de Política Monetaria (TPM), debemos recordar que ésta aún se encuentra en valores contractivos y que, si bien la inflación va en descenso, es poco probable que caiga del 3%.
¿Son estos factores suficientes para compensar el deterioro externo y la baja inercia que del país? Probablemente no. Es por ello que debemos estar conscientes de que, de no mediar una mejora importante en factores internos, sobre todo aquellos de carácter político-institucionales (como reformas y certeza constitucional), no sería descartable que el crecimiento se acerque al 1% y, con ello, que el ingreso per cápita siga estancado.